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Escolástica

Llull era plenamente consciente de la novedad de su propuesta epistemológica e insistió en ello con frecuencia. Pero es un error fijarse solamente en esta novedad y olvidar que la naturaleza y la significación de esta Arte, y el sentido de lo que aporta de innovador, no son interpretables sin tener en cuenta la ‘vieja’ epistemología respecto a la cual se define, aquella que pretendían seguir al pie de la letra sus contemporáneos. Hay que insistir, en referencia a este aspecto, en que Llull, a través de su Arte, propone explícitamente un método de argumentar que se singulariza, precisamente, por sus diferencias respecto a algunos de los rasgos más característicos de la teoría de la ciencia aristotélico-escolástica. Un método en el que la inventio y el judicium no discurren por caminos paralelos sino confluyentes, y que se presenta explícitamente como una scientia universalis que, partiendo de la negación del principio aristotélico de la incomunicabilidad de los principios de las ciencias de los diversos géneros del ente, rompe con aquella restricción también aristotélica que a la vez que impone una ciencia para cada género niega la posibilidad de demostrar los principios de cada una de ellas en una disciplina general.

Llull propone, en definitiva, en el siglo xiii, una salida de la ciencia escolástica que significa el olvido de las dos escisiones que la definen: la existente entre la pars inveniendi y la pars judicandi de la lógica, y la existente entre las diversas ciencias particulares. Dos escisiones que, posteriormente, durante el Renacimiento y el siglo xvii, fueron vistas com una rémora propia de la escolástica que impedía el avance del conocimiento.

Fuente: Josep Maria Ruiz Simon, L’Art de Ramon Llull i la teoria escolàstica de la ciència (Barcelona: Quaderns Crema, 1999), pp. 87-88.