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Arte y teología

El Arte ‘fue hallada sobre todo para la teología’ afirma Llull. A través del Arte, la teología debía estar en condiciones de proporcionar la argumentación necesaria al misionero en su exposición de la fe y en sus disputas con los infieles. Por otro lado, la universalidad del Arte, que se proponía como el método y el fundamento más seguro para todas las ciencias, ofrecía la posibilidad de una reforma de la teología. Todo esto implicaba que la teología tenía que aceptar revisar sus mismos principios a la luz de los principios del Arte. Llull no tiene miedo de usar un término que tiene profundas resonancias en la ciencia medieval: los principios de la teología están subalternados (‘subalternata’) a los principios del Arte.

La relación del Arte con la teología sigue los mismos pasos de las otras ciencias. Es una relación que a lo largo del proceso de evolución de la propia Arte se puede describir como el paso de una relación exterior a una interior. En un primer momento, el Arte aporta elementos nuevos a las ciencias y sirve sobre todo para fundamentar los principios específicos de cada una de ellas. Al final, las ciencias se acaban situando en el interior del Arte, ya que el Arte no únicamente fundamenta sus principios, sino que también posee los recursos necesarios para llevar a cabo todas las investigaciones pertinentes.

En cuanto a la teología, que tiene como objeto a Dios, es decir el primer sujeto del Arte, este es el lugar donde se debe tratar a Dios según el Arte. Con el Arte incluso la solución ‘per auctoritates’ [‘por autoridades’] se puede convertir en argumentación ‘ad necessitatem rationum’ [‘por razones necesarias’].

Fuente: Jordi Gayà, Raimondo Lullo. Una teologia per la missione (Milán: Jaka Book), 2002, pp. 105-106.