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Correlativos

La doctrina de los ‘correlativos’ es una original articulación de la ontología dinámica de Llull. Los correlativos tienen su origen en un desplegamiento de la forma nominal de los verbos transitivos: el participio presente como forma activa, el participio pasado como pasiva y el infinitivo como nexo entre los dos. De este modo, Llull hacía general una doctrina que san Agustín, para explicar el misterio de la Trinidad, había aplicado a los verbos que expresaban las actividades del alma (‘conociendo’, ‘conocido’ y ‘conocer’, ‘amando’, ‘amado’ y ‘amar’, etc. ). Entonces cada uno de los principios de Llull, una vez convertido esencialmente en una fuerza activa, se desplegaba formando la tríada de sus correlativos (‘Bondad’, por ejemplo, = ‘bonificativo’, ‘bonificable’ y ‘bonificar’; ‘grandeza’ = ‘magnificativo’, ‘magnificable’ y ‘magnificar’, etc.). Llull se dio cuenta de que los lectores se podían alarmar ante un lenguaje aparentemente excéntrico y sin sentido. Pero no era esta la cuestión; lo que Llull deseaba expresar mediante esta terminología extraña y particular era un mensaje de gran alcance: puesto que Dios era infinitamente activo y fecundo, sus dignidades no podían permanecer eternamente ociosas y estériles. A partir de esta nueva teoría, que se convierte en el principio fundamental de la teología de Llull, se podían deducir racionalmente la Trinidad y la Encarnación. Por otro lado, la teoría también era relevante desde un punto de vista filosófico. Como expresión de una concepción dinámica del ser, el repertorio de los correlativos pone en marcha todo el edificio del sistema de Llull; mediante los correlativos incluso el mundo participaba del ritmo vital trinitario presente en la creación divina.