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Cosmovisión: analogía y ejemplarismo
La concepción básica del mundo en Llull se ajusta a la visión medieval corriente del universo: los mundos divino, inteligible y material dispuestos jerárquicamente en este orden descendente, con los dos mundos creados que reflejan su ejemplar divino. Sus relaciones comportaban la posibilidad de argumentar el ascenso por analogía del ser hacía el Creador; un proceso que se hacía más fácil por el hecho de que ambos mundos inferiores se subdividían en diferentes niveles. Cada nivel tenía una estructura idéntica puesto que reflejaba el mismo modelo común (aunque el modelo se hacía manifiesto de varias maneras en los diferentes niveles). Así pues, estos podían actuar realmente como peldaños de una gran escalera, por cuya vía se podía ascender hasta Dios a través de la contemplación de la analogía del ser —el famoso itinerarium mentis in Deum recordado en el título de una de las obras más conocidas de san Buenaventura. En el sistema específicamente luliano, el modelo que reproducía cada nivel era el modelo específico de las ‘dignidades’ de Dios o ‘virtudes’ arquetípicas: los atributos divinos de Dios, considerados instrumentos de su actividad creadora y, por eso, reflejados en todos los aspectos de la creación, constituyen la esencia de la estructura subyacente de la misma.
La Figura plena representa la cosmovisión luliana.
Fuente: R. D. F. Pring-Mill, “L’estructura analògica de l’Art lul·liana”, en id., Estudis sobre Ramon Llull (Barcelona: Publicacions de l’Abadia de Montserrat, 1991), pp. 241-242.
Ramón Llull se entusiasmó por una Figura plena constituida de una manera bastante complicada por la ‘cuadrangulatura’ y la ‘triangulatura’ del círculo básico, de forma que resultara un círculo, un cuadrángulo y un triángulo concéntricos y —según él— equivalentes en área, figura que representaba la totalidad del ser en todas sus posibles manifestaciones.
Fuente: Robert D. F. Pring-Mill, “El microcosmos lul·lià”, en ibid., p. 84.
Palma de Mallorca, Biblioteca Pública, ms. 1036, f. 5v