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Las lenguas vulgares y la ciencia

El uso incipiente de las lenguas vulgares (o vernáculas) como instrumento de comunicación y difusión del saber es uno de los rasgos más interesantes de la producción científica del occidente europeo durante los últimos siglos medievales. Aun cuando el fenómeno es perceptible en cualquier parte de la Europa latina, los historiadores de la ciencia ya observaron hace tiempo que en los reinos ibéricos se detecta con una precocidad y una complejidad desconocidas más allá de los Pirineos. De entre todas las lenguas ibéricas, hoy sabemos que el catalán demostró pronto una especial vitalidad, sobre todo si se tiene en cuenta su siempre limitado número de hablantes comparado con la potencia de los dominios lingüísticos de su entorno. Los inicios del uso de las lenguas vulgares, entre ellas el catalán, en la difusión de la medicina ―y más en general de la ciencia― en la Europa latina medieval es un fenómeno que hay que vincular estrechamente tanto a los cambios acontecidos en el seno de la sociedad occidental de la baja Edad Media como al desarrollo del nuevo sistema médico y científico.

El principal terreno donde encontramos obras en catalán en los siglos xiv y xv es el de la medicina práctica y teórica: hay traducciones catalanas de los rudimentos de la medicina escolástica (el Articella) y también de grandes compendios (el Canon de Avicena). Los ‘regimientos de sanidad’ eran prontuarios de higiene (hay uno de Arnaldo de Vilanova dedicado a Jaime II de Aragón). Había tratados sobre la peste, escritos sobre cosmética, ginecología y obstetricia, y también volúmenes dedicados a los remedios: antidotarios y receptarios. Los textos médicos en vulgar más numerosos son los tratados de cirugía. Encontramos, igualmente, traducciones de libros sobre las enfermedades de los ojos y manuales de medicina animal, sobre todo de caballos y mulas, pero también de aves de caza y de perros.

Existen, además, tratados enciclopédicos en catalán medieval, algunos traducidos, otros obra de autores locales, como Ramón Llull o Francesc Eiximenis. Contamos también con tratados de astronomía-astrología, traducidos y originales, libros de magia, tratados de alquimia anónimos ―falsamente atribuidos a Llull y a Arnaldo de Vilanova―, tratados de óptica, libros de viajes, mapas y portulanos. Los bestiarios, lapidarios y herbarios recogían respectivamente la descripción de los tres reinos de la naturaleza. También circularon en catalán en los siglos xiv y xv tratados de agricultura, de cocina, de aritmética, de comercio ―con especial atención al problema monetario.

Los diferentes ritmos regionales de los unos y de los otros parece que son fundamentales a la hora de explicar las diversas modulaciones del fenómeno. En este sentido, el auge de la burguesía comercial en los países costeros de la Corona de Aragón, que participó muy activamente en las principales rutas comerciales del Mediterráneo, coincidió con el reinado de unos monarcas ―desde Jaime I (1213-1276) a Martín I (1397-1410)― especialmente sensibles a todo lo que se refería a la salud y la medicina y, más en general, a la promoción de todos los ámbitos del saber. Esta burguesía y estos monarcas apoyaron decididamente el nuevo sistema científico y médico en el momento preciso de su difusión.

Fuente: Lluís Cifuentes, La ciència en català a l’Edat Mitjana i el Renaixement, “Col·lecció Blaquerna” 3 (Barcelona-Palma de Mallorca: Universitat de Barcelona-Universitat de les Illes Balears, 2006), pp. 27 y 35-36.

La presencia social de la lengua vernácula en la difusión de los saberes científico y técnico a partir de principios del siglo XIV, contrapuesta al latín de la ciencia oficial de las universidades y de la Iglesia, puede ayudar a comprender por qué Llull utilizó el catalán en una parte de su producción de carácter científico y filosófico en unas fechas muy tempranas (es decir a partir de 1274): Llull se dirigía en la lengua vulgar al mismo público urbano, burgués o aristocrático, que pronto consumiría la prosa técnica de los tratados sobre la salud, la astrología o la práctica mercantil de que tenemos noticia.