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Conversión
La Vita coetanea arranca su narración con este hecho crucial de la vida de Llull, definiéndolo como ‘su conversión a la penitencia’. Es un término que sitúa la experiencia de Llull en el marco de la espiritualidad popular y laical del tiempo, donde se daban casos de personas que, sin entrar en una orden mendicante o monástica, se procuraban, solas o con otras personas, una vida religiosa más intensa, especialmente marcada por la pobreza.
La misma Vita describe profusamente los principales momentos de la experiencia luliana, que podemos considerar en tres episodios iniciales. El primer episodio es la visión nocturna de Cristo crucificado, visión que se sucede por cinco veces, en intervalos de algunos días de una a otra. Llull, según la narración, se encontraba absorto ‘pensando una vana canción, y escribiéndola en vulgar, para una enamorada suya, a la que entonces amaba de amor vil e insensato’ (I, 2). Después de insistir en querer olvidar los hechos, finalmente Ramón admite el significado de aquellas visiones: ‘que nuestro Señor Dios Jesucristo no quería otra cosa sino que, abandonando el mundo, totalmente se entregara a su servitud’ (I, 4). Traduciendo este propósito a un planteamiento práctico concreto, Llull formula un triple objetivo: procurar la conversión de los infieles, hasta sufrir la muerte por Cristo; redactar un libro, ‘el mejor del mundo’, contra los errores de los infieles; suplicar la fundación de monasterios donde se enseñarán las lenguas necesarias para la misión (I, 5-6).
Tuvieron que pasar tres meses, siempre según la Vita (I, 9), para que Ramón diera el segundo paso. Este segundo episodio sucedió en la fiesta de san Francisco, cuando Ramón, escuchando un sermón del obispo en la iglesia de los franciscanos, decide vender sus bienes, dejando la parte necesaria para el sostenimiento de su familia, y abandonar su casa. Acto seguido emprende un peregrinaje, que lo trae a Santa María de Rocamador, en el Carcí (Occitania), y a Santiago de Compostela. Este tercer episodio se cierra con la entrevista de Ramón Llull con san Ramón de Penyafort en Barcelona. Este, al conocer los planes de Llull de acudir a París para adquirir la formación necesaria para llevar adelante sus propósitos, lo convence de volver a Mallorca.
De hecho, la unidad narrativa de la conversión ‘a la penitencia’ se cierra cuando, de nuevo en Mallorca, Llull ‘vistióse con hábito muy honesto y de la más vasta tela que encontró’ (II, 11). Este signo externo resumía, según las costumbres y las disposiciones eclesiásticas de la época, el estado tanto de quien había cumplido el peregrinaje como de quien había optado por una vida de pobreza.