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Miramar
Uno de los propósitos de Llull era poner en marcha escuelas misioneras, y a esta tarea se dedicó de buenas a primeras, solicitando al aún príncipe Jaime de Mallorca que fundara una escuela de esta clase. Se encontraron terrenos en Miramar, encarados al mar sobre dramáticas peñas en la magnífica cuesta norte de Mallorca, entre Deià y Valldemosa, y el 17 de octubre de 1276 el proyecto recibió confirmación con una bula del papa Juan XXI (el Petrus Hispanus de las Summulae logicales) para que ‘trece frailes Menores fueran instalados allí para aprender árabe con objeto de convertir a los infieles’.
Fuente: Anthony Bonner y Lola Badia, Ramon Llull. Vida, pensament i obra literària (Barcelona: Empúries, 1988), p. 22.
La Vita coetanea nos dice que fue Llull quien convenció al rey Jaime II de Mallorca de fundar el convento franciscano de Miramar. Un documento papal, aunque no menciona a Llull, confirma la fundación del convento por parte de Jaime II el 1276 y especifica su objeto: la instrucción de religiosos en la lengua árabe para que puedan actuar como misioneros en tierras del Islam. Sabemos por documentos posteriores de Alfonso III y Jaime II de Aragón que estos reyes forasteros, después de haber tomado posesión de Mallorca en 1285, continuaban protegiendo Miramar ―aunque no se hace referencia al objetivo misionero que subrayaban tanto Jaime II como Llull. En su Desconsuelo (Desconhort) (1295), Llull lamenta el fin de Miramar; circunstancia que es confirmada por un documento de 1301, que informa que entonces el convento ya no existía.