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Arte abreviada de predicación

Durante su estancia en Mallorca de abril de 1312 a mayo de 1313, Llull escribió siete obras sobre predicación, con un total de ciento ochenta y dos sermones, que reunió o mandó reunir en una Summa o corpus sermonum, que dio por terminada en febrero de 1313. El centro y el punto de referencia de esta colección de sermones es el voluminoso Liber de virtutibus et peccatis, que llama también Ars maior praedicationis. Inmediatamente después de esta colección de sermones y en el mismo mes de febrero, Llull acaba el Arte abreviada de predicación.

Como se indica al principio de esta obra, Llull la escribe porque reconoce que la más amplia Ars maior praedicationis, con sus ciento trenta y seis sermones, es demasiado larga y en algunas partes difícil. Con ello, Llull viene a decir que ambas artes praedicandi están íntimamente unidas y, concretando aún más, afirma que la más larga está contenida en la más breve, y que aquella voluminosa colección —y, según parece, oscura— puede ser entendida y aclarada (o declarada) mediante esta más breve, que él considera, por tanto, más fácil de entender que la otra. Esta última afirmación resulta extraña para el lector de hoy, porque aunque el Ars maior no es fácil de entender, es, a primera vista, más legible y comprensible que la segunda Arte, más abreviada y también más algebraica.

Lo que sí parece claro es que el Arte abreviada de predicación quiere ser una exposición breve, concisa y, hasta cierto punto, definitiva de los fundamentos teóricos de su concepción de la predicación y puede ser considerada un compendio de las reflexiones lulianas sobre el proceso de divulgación de sus ideas mediante la predicación, que era, como se sabe, el medio de comunicación más eficaz en los siglos medievales.

Esta obra significa, sin duda, un esfuerzo de síntesis y de aclaración definitiva de la concepción luliana del sermón, tal y como se había formulado en otras obras lulianas dedicadas a esta temática, sobre todo en el Liber praedicatione y en el Ars maior praedicationis. El breve prólogo, que propone de entrada la íntima relación de ambas obras, acaba con una frase lapidaria y de enorme importancia para la comprensión de este breve pero substancioso opúsculo luliano: “El sujeto de esta ciencia es la figura que hay en ella”. La figura, la penúltima que Llull dibujó o mandó dibujar en su vida, no es un puro método de amplificación o de memorización de la materia predicable, sino que, siguiendo sus reflexiones en el epílogo, sirve para todas las ciencias y para buscar lo que es verdadero y distinguirlo de lo que es falso. Llull deja claro que esta Arte y su figura no sirven solamente para predicar, sino que se trata de un Arte abreviada y también de una figura “muy general”.

Fuente: Fernando Domínguez, “Introducción”, en Raimundus Lullus Opera Latina, volumen 18 (Turnhout: Brepols, 1991), pp. 3-4.