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La nueva ciencia
El Tratado de astronomía luliano es llamado Nueva astronomía o Novus tractatus de astronomia en algunos manuscritos latinos. El adjetivo ‘novus/nova’, lo encontramos todavía en los títulos del Liber de geometria nova et compendiosa y del Liber novus physicorum et compendiosus. También tenemos, en el mundo de las letras y la filosofía, una Retórica nova, e incluso una Lógica nueva. Esta ‘novedad’ es el resultado de las modificaciones que opera Ramón en los principios de las ciencias de las que trata cuando las asimila a su Arte.
En polémica contra la teoría de la ciencia de los tiempos de la escolástica, Ramón eleva el estudio de los fenómenos naturales a la categoría de las ciencias demostrativas y deductivas de pleno derecho. La operación debe valorarse más a fondo desde los mecanismos lógicos de la demostración luliana, que no coincide con la aristotélica. Así, la Logica nova, introduce un concepto superior de demostración ‘por equiparación’ (‘per aequiparantiam’), aplicable a los principios de la Figura A (es decir a la esfera de la teología), al lado de la demostración ‘según la causa’ (demostración ‘propter quid’) ―en la práctica la única generalmente aceptada―, y de la demostración ‘según el efecto’ (demostración ‘quia’) ―a la que se asignaba un papel secundario.
La ‘novedad’ de la astronomía luliana es el método del ‘vencimiento’ (‘devictio’), que permite calcular, sin tablas ni astrolabio, las relaciones entre los planetas y los signos del zodíaco, que son la base de la lectura de las influencias de los cuerpos celestiales sobre el mundo que nos rodea. Estas influencias tenían mucha importancia para la práctica médica. Llull también reformuló los principios de la medicina, aunque sus obras sobre esta disciplina no lleven el adjetivo ‘nuevo’ en el título. En cualquier caso, los Principios de medicina presentan los ‘antiguos’ principios de esta ciencia (los hipocrático-galénicos) al lado de los derivados del Arte.
La ‘nueva’ geometría luliana es simbólica e instrumental para la reflexión metafísica y teológica. La Figura plena, por ejemplo, representa un círculo, un cuadrado y un triángulo concéntricos, de área supuestamente equivalente, que significan la correlación de los tres mundos―divino, físico y racional. También se podría decir que el Árbol de ciencia es una ‘nueva’ enciclopedia, porque presenta un cuadro global del saber, una ‘scientia universalis’, regido por los principios ordenadores del sistema y no por un catálogo de las unidades que lo integran.