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Libro de contemplación
El Libro de contemplación (1271-1274) ocupa siete volúmenes de las Obres Originals de Ramon Llull (ORL) y cerca de 1200 páginas de densa tipografía a dos columnas en las Obres Essencials (OE). Tanto la versión catalana como la latina de la obra son, según afirma Ramón Llull, versiones de la primitiva redacción árabe, de la que no hemos conservado ni una sola palabra. La organización de la obra depende de una serie de recursos numerológicos que proyectan sobre la macroestructura (libros, capítulos, distinciones) y sobre la microestructura (párrafos de los capítulos) unas cifras simbólicas, entre las cuales insistentemente se infiltra el tres de la Trinidad divina: hay 365 capítulos, uno para cada día del año, materialmente encuadernados en 3 volúmenes, los cuales engloban en realidad 5 libros y estos, 40 distinciones. Cada capítulo tiene 30 párrafos numerados, divididos en 10 grupos.
Los contenidos de los cinco libros de nuestra obra son: la creación y la naturaleza de Dios; el Dios hecho hombre y la Redención; la descripción de la vasta realidad natural a través de las ventanas que son los sentidos externos (vista, oído, olfato, gusto, tacto) e internos (cogitación, percepción, conciencia, sutileza, fervor). El cuarto y el quinto libros tienen una estructura temática menos definida: en el cuarto Llull aborda temas de carácter filosófico, como necesidad y contingencia, sensualidad e intelectualidad, fe y razón, o predestinación y libre arbitrio; en el quinto hay cuarenta y seis capítulos dedicados al título general de amor y cincuenta y dos al de oración, todos ellos llenos de intuiciones filosóficas y de proyectos relacionados con el futuro desarrollo de las primeras Artes.
La redacción en primera persona de todo este material hace que el autor pueda intercalar numerosas referencias autobiográficas que pertenecen ya sea al campo de la exultación en el agradecimiento de los bienes recibidos de Dios, ya sea al de la penitencia y el autopunimiento en el recuerdo de los pecados de juventud, sobre todo el de lujuria (Llull relaciona la lujuria con la ‘juglaría’ que había practicado: sabemos, por declaraciones suyas, que Llull compuso poesía trovadoresca antes de su conversión, composiciones de las que no ha quedado ningún rastro material). De todas maneras hay que poner atención en la insistencia luliana en el anonimato: cuando habla de él mismo, lo hace siempre en términos genéricos asimilando su peripecia a la del pecador-tipo; con el paso de los años Llull aceptará su imagen pública de ‘loco de amor’ y de luchador del ideal e incluso sacará partido propagandístico de ella. De momento, sin embargo, se siente sólo un ‘hombrecillo pecador’, aunque capaz de haber erigido una catedral de las dimensiones del Libro de contemplación. Esta tendencia a la automarginación y a la exultación en una fe vigorosa y de adquisición reciente también se manifiesta en la recurrencia de las frases exclamativas de loanza de la divinidad; estas manifestaciones retóricas pueden desconcertar al lector contemporáneo, pero están en la línea de la prosa agustiniana de las Confesiones, por poner un ejemplo clásico, y, en cualquier caso, tienen una función didáctica, ya que constituyen una llamada constante a la piedad.