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Ramón Llull y la cultura árabe
El conocimiento del árabe que tenía Ramón Llull lo convirtió en un caso único entre los teólogos latinos. Estaba muy orgulloso de su dominio del idioma, como demuestran las referencias frecuentes a sus conocimientos en este campo. No solamente cita y explica ocasionalmente algunas palabras árabes, sino que almenos una vez también defendió las formas verbales latinas inusuales que él mismo había encuñado modeladas en el ‘modus loquendi arabicus’ (‘manera árabe de hablar’). A menudo anota en sus obras de diálogo con el Islam que estaban escritas no solo en latín y catalán, sino también en árabe. Al comienzo de su larga carrera literaria compuso una primera versión en árabe de una de sus obras más importantes, el Libro de contemplación. Del mismo período data la versión árabe original de su Compendium logicae Algazelis / Lógica de Algazali.
Las obras de Llull parecen haber merecido una cierta atención en el norte de África. Conocemos una discusión que tuvo lugar el año 1394 en el palacio del sultán de Fez, que concernía a uno de los tratados tardíos de Llull.
Mientras los escolásticos latinos solo estaban familiarizados con las comparativamente pocas obras filosóficas árabes que habían sido traducidas al latín, Llull se distinguió por su conocimiento, no solo de la filosofía árabe, sino también de la religión musulmana. Se refiere con frecuencia al Corán y cita almenos una vez un texto específico (Sura CXIII 3). No se sabía únicamente el Corán, sino también la ‘hadith’ y los comentarios de los estudiosos musulmanes sobre las colecciones de las tradiciones. También estaba familiarizado con las prácticas rituales musulmanas. En el Libro del gentil reune un sumario popular de las creencias musulmanas en doce artículos y en la Doctrina pueril hace una relación de los orígenes del Islam, que, desgraciadamente, refleja las distorsiones de la polémica cristiana.
En la literatura mística islámica pueden hallarse paralelismos de las principales preocupaciones de Llull. Tenía la noción de que una aproximación al Dios verdadero podía encontrarse en la contemplación de los nombres divinos. Los denominaba ‘dignidades’ o ‘virtudes’, y en la forma definitiva de su Arte incluyó nueve: bondad, grandeza, duración, poder, sabiduría, voluntad, virtud, verdad y gloria. Ramón pensaba que a través de la contemplación sobre diversas combinaciones de estos nombres, que son comunes a todas las religiones, se podía llegar a un entendimiento entre los musulmanes y los judíos, entre los cristianos griegos y los latinos. Siguiendo este punto de vista, compuso diálogos como el Libro del gentil, en el que los hombres de juicio representan las diversas religiones del mundo.
Fuente: Charles Lohr, “Ramon Llull: ‘christianus arabicus’”, Randa 19, 1986, pp. 9-11.
Diversos estudiosos han intentado precisar los préstamos árabes concretos de algunos aspectos del pensamiento de Llull sin poder aportar, sin embargo, pruebas definitivas. Uno de los últimos intentos es el de Charles Lohr en el artículo recién mencionado de Randa 19. En él propone una fuente árabe para la forma definitiva del Arte luliana (1289-1308: del Ars inventiva, a la Tabla general, al Ars generalis ultima): el Budd al-‛arif del filósofo y teólogo musulmán Ibn Sab‛in de Murcia (1217/18-1269/71). La lógica del Budd al-‛arif ofrece, en efecto, algunos paralelismos muy vistosos con la Lógica nueva de Llull (1303).
La Vita coetanea explica que Ramón Llull aprendió árabe con un esclavo moro de su propiedad. Cuando el beato intentó conducir a su maestro al cristianismo, este se rebeló hasta el punto de agredir a su amo. El castigo de un esclavo rebelde era la muerte: el de Llull se quitó la vida en la cárcel mientras él rogaba a Dios que atenuara su angustia. Esta impactante anécdota ilustra la tensión constante que acompañaba las relaciones entre cristianos y musulmanes en el siglo xiii, incluso cuando había una especial predisposición al entendimiento, como era el caso de Llull.