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Perfil de Ramón Llull

Ramón Llull (1232-1316) era hijo de colonos catalanes acomodados que se instalaron en Mallorca con Jaime I. A los treinta años abandonó la vida de cortesano, la poesía trovadoresca, a su mujer y a sus hijos, para consagrarse a la difusión de su sistema de pensamiento, al que llamó Arte, recibido por iluminación y apto para la conversión racional de los infieles al cristianismo. El proyecto apostólico y reformador luliano, de la más elevada ambición intelectual, tenía implicaciones políticas, porque buscaba la aprobación de la Iglesia y necesitaba el apoyo de las monarquías occidentales y de las ciudades mercantiles (Génova o Pisa).

El Libro de contemplación (1273-1274), su primera obra, de dimensiones enormes, anterior al descubrimiento del Arte, fue redactado originariamente en árabe y traducido después al catalán y al latín. Algunas obras de Llull presentan, además de la catalana, versiones occitanas, italianas, francesas y castellanas; la mayoría tienen texto latino en muchos manuscritos.

El primer éxito de Llull fue la fundación de una escuela de misioneros franciscanos en Miramar en 1276, financiada por el rey de Mallorca.

La voluntad de introducir el Arte en la universidad llevó a Ramón de Montpellier a París (1287-1289), donde comprobó que su propuesta chocaba contra los hábitos mentales de los profesionales de la escolástica. Como consecuencia de ello, simplificó y adaptó el Arte, que pasó por diversas etapas. Destaca el paso de las Artes de la primera fase o Artes cuaternarias (1274-1289) a las Artes de la segunda fase o Artes ternarias (1290-1308).

Desde diferentes puntos de Italia, de la Corona de Aragón y del norte de África, con la inclusión de un viaje a Chipre, Llull continuó su labor intelectual y apostólica, que en 1311 recibió la aprobación del concilio ecuménico de Vienne; a pesar de ello, acabó retirándose a Túnez, desengañado de los príncipes y de los sabios cristianos, y preocupado por las últimas de sus doscientas sesenta y cinco obras. Llull murió ya octogenario en Mallorca.

Según la Vita coetanea, una autobiografía dictada en 1311, toda la actividad de Llull gira entorno a la formulación óptima de una herramienta racional capaz de ‘demostrar’ la Verdad, es decir, el Dios de la Trinidad y de la Encarnación, que salva al ser humano y da razón del mundo.

La Primera fase del Arte contiene el Arte abreviada de encontrar la verdad (1274) y el Arte demostrativa (1283). La Segunda fase del Arte contiene el Ars inventiva y el Arte amativa (1290), la Tabla general (1294), el Ars generalis ultima(1305-1308) y su versión abreviada, el Ars brevis (1308).

La primera fase del Arte presenta una colección desconcertante de figuras (12 o 16, dependiendo de la obra), en que solo cuatro son del todo básicas para su funcionamiento.

Está la Figura A o de Dios, con sus dieciséis atributos o Dignidades, como los llama Llull, (bondad, grandeza, eternidad, etc.); la Figura T, con cinco grupos de tres principios cada uno (diferencia / concordancia / contrariedad, principio / medio / fin, etc.), que se utiliza para comparar otros principios (la bondad de Dios, por ejemplo, concuerda con su grandeza); la Figura S, con diversas combinaciones de actos de las tres potencias del alma agustinianas (la memoria recordando u olvidando, el entendimiento entendiendo o no entendiendo y la voluntad amando o desamando), que se utiliza para orientar al sujeto investigador en su recepción de los argumentos propuestos; y finalmente la Figura X, con ocho grupos de conceptos opuestos (predestinación / libre albedrío, ser / privación, perfección / defecto, etc.), que se utiliza para resolver contradicciones aparentes y para presentar los conceptos contra los cuales se han de probar los argumentos.

En el Arte ternaria, las figuras fueron reducidas a cuatro; incluso en este caso, puesto que las dos últimas solo ofrecen mecanismos para la formación de combinaciones binarias o ternarias de las dos primeras, la presentación de los conceptos se limitaba, de hecho, a las Figuras A y T, cada una reducida a nueve conceptos. Aunque estos conceptos provienen del primer período del Arte, presentan dos diferencias significativas. En primer lugar, ya no se denominan Dignidades ni la Figura A es la de Dios: los componentes de las dos figuras se denominarán ahora de una manera más genérica ‘principios’, que solo se considerarán Dignidades cuando se apliquen a Dios. En segundo lugar, hay una serie de definiciones basadas en la ontología dinámica de Llull. Como consecuencia, estos principios ya no son meramente lo que el lector piensa que son (como sucedía con los mecanismos comparativos anteriores), sino lo que hacen: “Bondad es aquello por razón de lo cual lo bueno hace el bien”, o “Diferencia es aquello por razón de lo cual bondad, grandeza y las otras son razones claras y no confusas”. Además de los componentes de estas dos figuras, el Arte ternaria añade otros dos grupos de conceptos centrales para su funcionamiento. El primero es un grupo de diez Reglas o Cuestiones (¿Si?, ¿Qué?, ¿De qué?, ¿Por qué? Etc.), que se utilizan para dirigir y sistematizar todas las posibles líneas de investigación. El segundo es un grupo de nueve Sujetos (Dios, ángel, cielo, hombre, etc.) que compone una completa escala del ser a la que se pueden aplicar las técnicas del Arte.

Las dos fases del Arte fueron, pues, combinatorias: la primera etapa para la obtención de conclusiones mediante la comparación de sus componentes básicos; la segunda para el establecimiento de un sistema que Llull llama “mezcla”, es decir, para la obtención de conclusiones mediante la presencia conjunta de Principios y Reglas.

Hay que añadir aún que, si en la etapa cuaternaria algunos componentes eran presentados como activos (Dios, las potencias del alma, los elementos), en cuanto Llull desarrolla la etapa ternaria del Arte este dinamismo se extiende a todos los niveles del ser. Al mismo tiempo se desarrolla en un sistema tríadico en que cada principio se despliega en un componente activo y en uno pasivo, ambos unidos por un nexo verbal. Así tenemos bonitas (= bondad) desplegado en bonificativus bonificabile, conectados por bonificaremagnitudo (= grandeza) en magnificativusmagnificabilemagnificare, etc. Puesto que, como se ha dicho, esto era aplicable a todos los seres, Llull desarrolló lo que Robert Pring-Mill llamó una “visión trinitaria del mundo”.

Cada versión del Arte va acompañada de ‘obras satélite’ que aplican los principios generales a una rama concreta del saber. Una ciencia convencional reformulada ‘artísticamente’ se convierte en ‘nueva’, de manera que Llull planeó una reforma personal para la teología, la filosofía, la lógica, la medicina, la astronomía, el derecho, la geometría y la retórica.

Pero Llull también redactó libros para un público laico de formación variada: el Libro del gentil y de los tres sabios (1274-1276) enseña a disputar con los infieles por ‘razones necesarias’ y no ‘por autoridades’, como hacían los dominicos; la Doctrina pueril (1274-1276) es un libro de pedagogía (catecismo, enseñanza secundaria); el Libro de la orden de caballería (1274-1276) quiere educar religiosamente a los militares. Algunos libros aproximan al lector al Arte mediante ejemplos organizados en forma de novela: el Libro de Evast y Blaquerna (con el Libro de amigo y amado) (1283) y el Félix o Libro de maravillas (con el Libro de las bestias) (1287-1289); otros recorren a los procedimientos de la lírica: el Desconsuelo (Desconhort) (1295), el Canto de Ramón (1300); otros, a los de la paremiología (Proverbios de Ramón (1296), Libro de mil proverbios (1302)). El recurso a los procedimientos literarios disminuyó después del Árbol de ciencia (1295-1296), una versión enciclopédica del Arte compuesta por una originalísima compilación de ejemplos para la predicación, el Árbol ejemplifical.

Con la Lógica nueva (1303) Llull empieza a adaptar sus técnicas demostrativas a las normas más aceptadas de su época: las de los Analytica priora posteriora aristotélicos, con sus correspondientes silogismos y teoría de la ciencia. En la que es explícitamente la última versión del Arte, el Ars generalis ultima, Llull muestra cómo la lógica puede ser incluida dentro del Arte; a partir de su siguiente estancia en París (1309-1311), las técnicas lógicas (con obras sobre las falacias y otras técnicas lógicas) son sustituidas cada vez más por las del Arte.

Coetáneamente a este desarrollo, Llull empieza a escribir sermones y tratados sobre la compilación de sermones, que deben ser rigurosos y sin concesiones a lo literario: el Liber de praedicatione (1304), con 108 piezas predicables, el Libro de virtudes y de pecados (1313-1314), con 182, y el Arte abreviada de predicación (1313). Algunas monografías lulianas solo tienen texto latino: el Liber de significatione (1304), una semántica artística; el Liber de ascensu et descensu intellectus (1305), una presentación de la teoría del conocimiento, y el Liber de fine (1305), un tratado sobre la cruzada.

Llull explotó propagandísticamente su yo literario creando su propio personaje: un Ramón penitente, pobre, viejo y despreciado, que es presentado como el paradigma del hombre que lo ha dado todo por la fe, loco (‘fantástico’) a los ojos de los conformistas y de los descreídos, sabio a los ojos de Dios.

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